Egresar del Instituto Andes Puebla es una de esas cosas que sabía que eventualmente iba a pasar, pero nunca me imaginé lo que se sentiría en realidad.
Por Santiago, generación 2025 del Instituto Andes Puebla
Egresar del Instituto Andes Puebla es una de esas cosas que sabía que eventualmente iba a pasar, pero nunca me imaginé lo que se sentiría en realidad. Hoy que ya sucedió, solo puedo decir que me voy con una mezcla muy fuerte de emociones: alegría, orgullo, nostalgia… y mucha paz.
Crecí en este colegio. Literal. Desde que era muy chiquito, el Andes fue parte de mi vida. Aquí aprendí todo lo académico, claro, pero también viví momentos que me marcaron profundamente. Recuerdo las risas en los recreos, los nervios antes de un examen, los partidos, los viajes, las conversaciones con amigos, los desafíos personales… y todo eso me hace sentir muy agradecido.
Siento tranquilidad porque sé que estuve presente, que lo viví todo intensamente y que di lo mejor de mí. Me voy sabiendo que esta etapa la viví de verdad.
Lo que más me llevo
Si me preguntan qué es lo que más valoro de estos años, sin duda respondo:
**las amistades**. Algunas empezaron cuando apenas sabía escribir, y otras llegaron después, pero todas me marcaron. Mis amigos fueron compañeros de juegos, de tareas, de partidos, pero también de conversaciones profundas, de apoyo mutuo y de muchas carcajadas.
También valoro mucho a los profesores y el estilo del colegio. Siempre sentí que se preocupaban por nosotros más allá de las materias. Me formaron como persona, me ayudaron a crecer con valores, a tener metas, a querer ser mejor.
Un recuerdo que me marcó
De todos los momentos especiales, uno que nunca voy a olvidar fue
**ganar el Torneo de la Amistad en 2022**. Fue mucho más que un triunfo deportivo. Fue trabajo en equipo, compromiso, esfuerzo, conexión con mis compañeros. Aprendí que cuando te entregas de verdad y no te rindes, las cosas buenas llegan. Ese torneo me dio confianza y una sensación muy fuerte de superación.
Los valores que me acompañan
En estos años aprendí muchas cosas, pero hay valores que se quedan conmigo para siempre.
La responsabilidad, no solo como cumplir tareas, sino como hacerme cargo de mis decisiones y pensar en los demás.
El esfuerzo, porque aprendí que lo que vale la pena requiere trabajo.
La empatía, porque no todo gira en torno a mí, y siempre se puede hacer algo por los demás.
**Y sobre todo, la fe**. Desde NET hasta ECYD, pasando por misiones y formación espiritual, el colegio me dio una base firme, una relación cercana con Dios que sé que me va a acompañar siempre.
Si pudiera resumir todo esto…
…diría que mi experiencia fue **auténtica**. Porque siempre pude ser yo mismo. Nunca sentí que tenía que aparentar o esconder lo que sentía. Fue una experiencia real, con momentos increíbles, otros difíciles, con aprendizajes, errores y aciertos. No fue perfecta, pero fue verdadera. Y por eso, única.
**Gracias, Andes. Me llevo más de lo que imaginé.**