
Un camino lleno de recuerdos
Por: Yezmín Tabe, mamá y egresada
Un camino lleno de recuerdos
Recuerdo mi etapa como alumna con muchísimo cariño. Fueron años que marcaron mi infancia y adolescencia, llenos de experiencias que me formaron en todos los aspectos.
Las amistades que hice —muchas de las cuales conservo hasta hoy—, las misas, los torneos, concursos, festivales, recreos, y las clases con maestras que realmente dejaban huella... todo eso construyó una época muy significativa que siempre voy a atesorar.
Una formación que trasciende
El colegio sembró en mí valores que han sido una guía constante: el respeto, la responsabilidad, la generosidad, el compromiso con los demás y la fe. Y siempre estuve acompañada por mis papás y mi familia.
Ahora, esos valores trato de transmitirlos a mis hijos, y me da mucha alegría ver cómo siguen vivos en la comunidad del colegio.
Volver como mamá
Desde que me convertí en mamá, soñaba con que mis hijos vivieran algo similar a lo que yo viví. Quería un lugar que no solo ofreciera una buena educación académica, sino una formación integral con valores, deportes, participación social, religión… una verdadera formación humana.
Cuando tomamos la decisión de inscribirlos, fue como volver a casa.
Una nueva perspectiva
Ver a mis hijos usar el mismo uniforme, escuchar que tienen maestras que aún recuerdo, o verlos participar en actividades que yo también viví… es algo que me llena el corazón.
Me conmueve verlos construir sus propios recuerdos en un lugar que también forma parte de mi historia.
Además, reencontrarme con excompañeras que ahora también son mamás y conocer nuevas familias con los mismos valores, me confirma que el Andes sigue siendo una gran familia.
El colegio de ayer y de hoy
Claro que hay cambios: la tecnología, las instalaciones, los métodos, las actividades. Pero el corazón del colegio sigue siendo el mismo. La cercanía, los valores, el espíritu de comunidad y el enfoque integral en la persona… todo eso permanece. Y eso, para mí, es lo más valioso.
El sentido de comunidad
Hoy, el sentido de comunidad se vive intensamente. Las maestras que aún enseñan con pasión, las familias nuevas que comparten ideales, los lazos que se renuevan entre generaciones… todo eso crea un ambiente único.
Un vínculo que trasciende generaciones
Para mí, el Colegio Andes es un puente entre mi historia y la de mis hijos. Es parte de nuestras raíces. Es el lugar que me formó, que me dio amistades, estructura y valores. Y hoy, es el lugar donde mi familia sigue creciendo.
“Volver al colegio, sin duda, se ha sentido como volver a casa”